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Marco Tulio Ciceron.

No se ocultó esta verdad á Caton, ni á Lelio, ni á su discípulo (que así puedo llamarle) Escipion el Africano, ni á los Gracos, sobrinos del Africano. En tales hombres hubo virtud suma, autoridad acrecentada con la virtud, y, para ornamento de todas estas cosas y defensa de la República, grande elocuencia.

Por lo cual, á mi entender, no debe abandonarse el ejercicio de la oratoria, por más que de él se abuse pública y privadamente, ántes debe trabajarse con mayor ahinco para que los malos no prevalezcan con detrimento grande de los buenos y perdicion universal. Para el bien público y privado es útil la elocuencia: ella hace segura, honesta, ilustre y agradable la vida. De aqui proceden grandes bienes á la República, con tal que la sabiduría guie á la oratoria: con olla obtienen los que la alcanzan y poseen, gloria, honor, dignidades: ella es la mejor y más segura defensa para los amigos. En muchas cosas me parecen los hombres más humildes y débiles que las bestias, pero les exceden por tener el don de la palabra. ¡Cuán grande no será la gloria del quo veneo á los demas hombres en aquello en que el hombre excede á las bestias! Y si esto no se adquiere sólo por naturaleza y ejercicio, sino que es obra del arte, no será inútil saber lo que de él dicen los que nos dejaron escritos preceptos de esta materia. Pero ántes que tratemos de los preceptos oratorios, conviene decir del género de la misma arte, de su oficio, fin, maleria y partes; pues conocido esto, podrá estimarse con más facilidad la razon y método de la Oratoria.

Muchas é importantes son las divisiones de la ciencia politica. Una de ellas es la artificiosa elocuencia que llaman retórica. Pues ni asentimos al parecer de los que creen que no es necesaria la ciencia política para la elocuencia, y todavía diferimos más de los que juzgan que toda esa ciencia está reducida á la energía y artificio del orador. La facultad oratoria es una parte, no todo el saber