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Marco Tulio Ciceron.

en ninguna ley conviene admitir pretextos contra lo escrito;º, que aunque en otras leyes se pueda hacer, en ésta no convienu; 3.º, que aunque convenga en esta ley, no en esta causa.

La primera parte se confirmará con estos argumentos: que no faltó al escritor ingenio, ni ocasion, ni facilidad para decir claramente lo que pensaba; que no le hubiera sido dificil hacerse cargo de la razon que alegan los adversarios, si ésta tuviera alguna fuerza; y que es costumbre en los legisladores hacer excepciones. Se citarán algunas leyes en que esto ocurra; se verá si la ley en cuestion exceptúa algo, ó si hay excepciones en otras leyes de la misma mano: nuevo argumento de que tambien las hubiera hecho on el caso que se discute, si le hubiera juzgado digno de tenerse en cuenta. Pruébesc que el admitir razones y pretextos no es otra cosa que destruir la ley, pues se atiende con preferencia á lo que en ella no está escrito. Todos se alentarán á delinquir, si ven que el delito se juzga por el criterio del que le comelió, y no por la loy que los jueces han prometido cumplir. Para los mismos jueces y para to dos los ciudadanos, será un trastorno y confusion grande et aparlarse de la ley. Los unos no encontrarán norma para sus juicios y para reprender a los que juzguen contra ley; y los demas ciudadanos no sabrán á qué atenerse, si obra cada uno segun su talante y capricho, y no segun la legislacion comun de la ciudad. Pregúntese despues á los jueces por qué se empeñan en negocios ajenos; por qué sirven á la República, pudiendo atender á sus propios intereses; por qué prestan juramento; por qué se reunen y separan en tiempo fijo. No darán otra causa sino que la ley lo previene así. Ahora bien, sometiéndose ellos á la ley, consentirán que nuestros adversarios la conculquen? ¿Consentirian acaso que el reo intercalase la ley el pre texto ó excepcion con que se detiende? Pues más indigno y reprensible todavía es lo que hace. Y si los jueces mis-