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ODAS Y EPODOS

CANTO SECULAR

¡Oh Febo, y tú, Diana, poderosa en las selvas, astros brillantes del cielo, siempre adorados y siempre dignos de adoración, escuchad nuestras preces en los días consagrados por los versos de la Sibila, para que las vírgenes escogidas y los castos mancebos eleven sus cánticos en loor de los dioses protectores de las siete colinas!

Sol resplandeciente que en tu carro de fuego nos traes y celas el día, y renaces siempre nuevo y siempre el mismo, así no puedas alumbrar nunca ciudad más poderosa que Roma.

Dulce Ilitia, que presides los alumbramientos felices, protege á las madres; y ya quieras ser llamada Lucina, ya Genital, favorece, ¡oh diosa!, su fecundidad, y haz que prosperen los decretos de los senadores sobre los matrimonios y la ley conyugal llamada á multiplicar nuestra prole; así, transcurridos otros ciento diez años, volverán á resonar estos cantos y celebrarse estos juegos tres veces á la luz radiante del sol, y otras tantas en la alegría de la noche.