tar, en ara de las musas, una obra admirable, una cosa acabada, sino con el propósito de asperar al goce, de henchirse de alegría al mirar unidas sus ilusiones, al ver en conjunto sus sueños y enlazados, aunque con modestia, sus publicados pensamientos?
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Aparte de todo esto, vengamos á pesar, con nuestra insegura balanza, el valor de estas poesías y admirar sus bellezas.
Examinemos la composición primera titulada «Lágrimas de huérfana.»
Cuadro tan sentimental como perfecto, llena y expresa completamente la iniciativa del epígrafe. Su lectura enternece, y su sencillez admirable es una prueba de las buenas dotes que adornan á su autor.
«A Pilar» magnífica alegría, rico diseño que refleja lo delicado de un pensamiento tan bien cordinado, como la dulce y sentida armonía de su metro.
¿Quién no estudia con gusto la natural y sencilla composición «La despedida?» ¿Quién no para la atención ante la fogosa y elevada canción «Mi patria?» ¿Quién pasa desapercibida la sencilla y bellísima descripción de la Leyenda en su primer capítulo...? Nadie; porque, sin necesidad de citarlas, ellas mismas interesan y se hacen ostensibles con su lectura.
En el género jocoso todas, sin excepción, llenan su cometido; pero llamaremos principalmente la atención sobre la poesía encabezada con el título «Aclaraciones» ¡Cuánta sal encierran sus versos! ¡Qué chistes tan delicados, y que sutilmente dirigidos!
Seamos un momento minuciosos.
¿A quién no sublima el entonado cuarteto siguiente?
«Furiosa tormenta de pronto levanta
con súbito estruendo terrible huracán,
y el río, rompiendo su cauce y garganta
desbordan, espanto sembrando y afán.»