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QUIEN DA PAN A PERRO AGENO
entraban y salian á cada minuto. Entonces ya no dudó de lo que se trataba: sus pocas esperanzas tendieron el vuelo para no volver, y surjió en su mente la imájen espantosa de su irreparable desgracia.
A poco salió el cortejo. Elena, al ver á su antigua amiga, dejó el brazo de un caballero anciano que la acompañaba, y se dirijió hácia ella. Marciana se estremeció de rábia, de celos, viéndose impotente ante su dichosa rival.
- ¿Sabes? dijo Elena cuando estuvo á su lado. Rodolfo es demasiado noble para faltar á sus juramentos. Se casa hoy .... conmigo.
La jóven la miró con furia mal dominada.
- A mí también me hizo juramentos ... yo le dí todo mi ser, más amante que tú