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NOVELAS Y FANTASIAS
más recto, haciendo que solo el egoismo dirija las acciones del celoso.
Esperó algo consolada á que fuera Rodolfo á hacerle su cuotidiana visita, y sabe Dios con cuánta impaciencia.
Cuando el jóven se presentó, ella, sin decirle una palabra, dióle la carta de Marciana.
- ¿Que es esto? preguntó él.
Ella no pronunció una palabra.
Solo, si, hízole seña para que leyese.
Una vez que hubo tomado asiento, Rodolfo desdobló el papel y comenzó á leerlo.
Pero apenas llegado á la mitad, púsose rojo, y miró á su prometida.
- Ya estás al corriente, dijo ésta. Ahora ... elije á cual de las dos!
- ¡Loca! exclamó el conquistador.