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VI.
Octubre 16 de 18...
...Imposible es describir la escena que ha pasado entre mi mujer y yo.
Cierto es que la esperaba, pero ha sido tan terrible, tan espantosa, que aún ahora tiemblo al recordarla.
Todos sus gritos de desesperación, todos sus insultos dirijidos á mí, todas sus blasfemias, repercuten aún en mis oidos que zumban, porque toda mi sangre se ha agolpado á mi cerebro.
La madre, herida en sus esperanzas más caras, es como la leona que el cazador irrita.