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IV


Cuando se encontró solo, Juan respiró; aquella escena lo habia disgustado hondamente, y necesitaba descansar siquier fuese un segundo. Asi, pues, permaneció largo espacio semi tendido en el canapé, con los ojos entornados y la boca entre abierta. Un dulce adormecimiento iba apoderándose de él poco á poco, cuando el recuerdo de sus hijos acudió de nuevo á su imajinación: no los habia visto desde la noche anterior, y desde aquella mañana deseaba vanamente abrazarlos; de modo que, sacudiendo su pereza de obrero en dia de fiesta, agitó aún otra vez el cordón de la campanilla, á cuyo sonido acudió el criado anciano.