Esta página ha sido validada
269
DOBLE EXISTENCIA
- Quiero ver á mis hijos. Tráiganmelos al momento.
Los criados miráronse unos á otros, con gesto de asombro, y el anciano, como más caracterizado, se atrevió á murmurar:
- El señor conoce bien las costumbres de los niños; esta es la hora en que dan sus lecciones de equitación y esgrima, y no se hallan en el palacio.
- ¡Llévenlos dos mil quinientos demonios, hombres inservibles! ¿Es esta casa ó es asilo de dementes? ¡Yo quiero ver á mis hijos, caramba!...
Nueva fuga, y esta vez más pronunciada, se produjo en la servidumbre. Juan quedó solo.
- ¡Vaya, vaya, vaya! exclamó sentándose y dando un gran suspiro. Esta no es vida: esto es martirio.
Y trató de dormirse, cuando un criado, introdújose medrosamente, y dijo: