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SU VIDA Y SUS OBRAS

cía acaso un aspecto agradable. Como todas las cosas excesivas por un sentido, un déficit podía resultar de la abundancia, una pobreza de la usurpación. Tenía grandes ojos á la vez sombríos y llenos de luz, de un color indeciso y tenebroso, tirando á violeta, la nariz noble y sólida, la boca fina y triste, aunque ligeramente sonriente, la tez morena clara, el rostro pálido casi siempre, la fisonomía un poco distraída é imperceptiblemente sellada por una melancolía habitual.

Su conversación era de las más notables y esencialmente instructiva. No era lo que se llama un beau parlour — cosa horrible — y su palabra como su pluma huía de las formas convenidas; pero su vasto saber, una lengüistica [1] poderosa, serios estudios, impresiones amontonadas en muchos países, hacían de su palabra una cátedra. Su elocuencia, esencialmente poética, llena de método y moviéndose sin embargo fuera de todo método conocido, un arsenal de imágenes sacadas de un mundo poco frecuentado por la mayor parte de los espíritus, un arte prodigioso en deducir de una proposición evidente y absolutamente aceptable, resúmenes secretos y nuevos, en abrir sorprendentes perspectivas, y en una palabra, el arte de arrobar, de hacer pensar, de hacer soñar, de arrancar las almas de los fangos de la rutina, tales eran las deslumbrantes facultades de que muchas gentes han guardado el recuerdo. Pero sucedía algunas veces — se dice al menos — que el poeta, complaciéndose en un capricho destructor, llamaba bruscamente sus amigos á la tierra por un ci-

  1. Poe conocía el griego, el latín, el alemán, el italiano, el portugués, el francés, el español y el árabe. (N. del T.)