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HOP-FROG

en masa de sus carceleros. Vuestra Majestad no puede figurarse el efecto producido, en un baile de máscara, por ocho orangutanes encadenados, que la mayor parte de los concurrentes toman por verdaderas bestias, que se precipitan con gritos salvajes á través de una mul­titud de hombres y mujeres coquetas y suntuosamente vestidas. El contraste no tiene igual.

— ¡Así será! — dijo el rey; y el consejo se levantó en seguida, — porque se iba haciendo tarde, — para poner en ejecución el plan de Hop-Frog.

Su modo de disfrazar á todos de orangutanes era muy sencillo y suficiente para su designio.

En la época en que pasa esta historia, se veían rara vez animales de esta especie en las diferentes partes del mundo civilizado; y como las imitaciones hechas por el enano era suficientemente bestiales y más que sufi­cientemente horribles, se creyó que podría fiarse en la semejanza.

El rey y sus mínistros se vistieron primeramente con calzones y camisetas de punto pegadas al cuerpo. Después fueron cubiertos con una capa de brea. En este punto de la operacíón uno de la comparsa sugirió la idea de las plumas; pero fué desde luego rechazada por el enano que convenció bien pronto á los ocho personajes, por medio de una demostración ocular que el pelo de un animal tal como el orangután estaba más fielmente representado por el lino. En consecuencia, se colocó una espesa capa de éste sobre la capa de brea. Buscóse luego una larga cadena. Primero se rodeó con ella el cuerpo del rey, sujetándole á la misma; des­pués se hizo la misma operación con los demás. Cuando todo estuvo acabado, separándose unos de otros lo