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EDGAR POE. — NOVELAS Y CUENTOS

en la serie de los experimentos hechos hasta entonces, había habido una omisión muy notable y muy dificil de explicar: nadie había sido magnetizado aún in articulo mortis. Faltaba ver, primero, si en tal condición, existia en el paciente alguna susceptibilidad á la influencia magnética; segundo, si esa condición diminuía ó au­mentaba la susceptibilidad; tercero, la extensión del período por el que las vejaciones de la Muerte podían ser detenidas por este proceso. Había otros puntos á constatar, pero esos excitaban más mi curiosidad — el último especialmente, por el carácter importantísimo de su consecuencias.

Buscando alguien por cuyo medio pudiera experi­mentar esos particularidades, fui llevado á pensar en mi amigo Mr. Ernesto Valdemar, el bien conocido compilador de la Biblioteca Forénsica y autor (bajo el seudónimo de Isaachar Marx) de las versiones polacas de Wallenstein y Gargantúa. Mr. Valdemar, que había residido principalmente en Harlen, New-York, desde el año 1839 es (ó era) muy digno de atención por la extrema flacura de su persona — pareciéndose mucho sus miem­bros inferiores á los de John Raudolph; y también por lo blanco de sus patillas, en violento contraste con lo negro de su cabello — circunstancia que hacia creer á todo el mundo, que usaba peluca. Su temperamento era excesivamente nervioso y le convertía en un buen sujeto para los experimentos mesméricos. En dos ó tres ocasiones, le había hecho yo dormir con poca difi­cultad, pero fui contrariado por otros resultados que su constitución peculiar me habia permitido anticipar, naturalmente. Su voluntad, no se hallaba nunca por completo bajo lo mía, y respecto á la clarovidencia, no