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EDGAR POE. — NOVELAS Y CUENTOS

sario. Presentaban la apariencia de rotura que resulta cuando un papel liso, habiendo sido una vez doblado y apretado con una prensa, es vuelto á doblar en una dirección contraria, en los mismos pliegues ó filos que ha formado el primitivo doblez. Este descubrimiento fué suficiente. Fué claro para mí que la carta había sido dada vuelta, como un guante, lo de adentro para afuera; una nueva dirección y un nuevo sello le habían sido agregados. Dí los buenos días al Ministro, y le dejé de pronto, abandonando sobre la mesa una caja de oro para rapé.

«Á la mañana siguiente fui por la caja de rapé, y renovamos vehementemente la conversación del día anterior. Mientras estábamos en ella empeñados, un fuerte disparo, como de una pistola, fué oído inmedia­tamente debajo de las ventanas del edificio, y fué seguido por una serie de gritos de terror, y exclama­ciones de una cantidad de gente asustada. D*** se lanzó á una de las ventanas, la abrió y miró hacia la calle. Mientras, me acerqué á la tarjetera, tomé la carta, la metí en un bolsillo de mi traje, y la reemplacé por un fac simile (de sus caracteres externos) que había preparado cuidadosamente en casa, imitando la cifra de D***, con mucha facilidad, por medio de un sello hecho con miga de pan.

«El tumulto en la calle había sido ocasionado por la loca conducta de un hombre con un mosquete. Había hecho fuego con él entre multitud de mujeres y niños. Probó, sin embargo, que el arma estaba descargada, y se le permitió que continuara su camino, como un lunático ó un ebrio. Cuando se hubo retirado, D*** se separó de la ventana, á donde le había seguido