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EL MISTERIO DE MARÍA ROGÊT

que había sido enrollada. Una parte de la muñeca de­recha, también, estaba muy desollada, lo mismo que la espalda en toda su éxtensión pero más especialmente en los omóplatos. Para sacar el cuerpo á tierra, los pescadores le habían atado con una cuerda, pero ninguna de las escoriaciones había sido causada por ella. La carne del cuello se hallaba muy hinchada. No había ninguna herida aparente ni magulladura que pareciera efecto de heridas. Un trozo de cordel se encontró tan apretado alrededor del cuello, que se ocultaba á la vista; estaba completamente enterrado en la carne y anudado tras de la oreja izquierda. Esto sólo hubiera bastado para producir la muerte. Los tes­timonios médicos hablan confidencialmente del carác­ter virtuoso de la finada. Había sido víctima, decían, de una violencia brutal. El cuerpo estaba en tal estado cuando se le encontró, que no podía haber ninguna dificultad en reconocerlo.

El vestido se hallaba roto y en completo desorden, En la ropa exterior, una tira de cerca de un pie de ancho, había sido rasgada hacia arriba desde el extremo del dobladillo hasta el talle, pero no arran­cada. Había sido enrollada tres veces en la cintura y asegurada por una especie de nudo en la espalda. La ropa que seguía inmediatamente bajo la bata era de rica muselina; y de ella había sido arrancada por com­pleto una tira de ocho pulgadas de ancho, arrancada con mucha igualdad y con gran cuidado. Fué encontrada al rededor de su cuello, flojamente adaptada y asegurada con un fuerte nudo. Sobre esta tira de muselina y sobre el trozo de cuerda, habían sido atadas las cin­tas de una gorra, que pendía, ligada por ellas. El nudo