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La gitanilla.

Mano siempre dadivosa;
Que á do falta el favor tuyo
Siempre la miseria sobra.
»Las primicias de mis frutos
Te ofrezco, Vírgen hermosa:
Tales cuales son las mira,
Recibe, ampara y mejora.
»A su padre te encomiendo,
Que humano Atlante se encorva
Al peso de tantos reinos
Y de climas tan remotas.
»Sé que el corazon del Rey
En las manos de Dios mora,
Y sé que puedes con Dios
Cuanto pidieres piadosa.»
Acabada esta oracion,
Otra semejante entonan
Himnos y voces que muestran
Que está en el suelo la gloria.
Acabados los oficios
Con rëales ceremonias,
Volvió á su punto este cielo
Y esfera maravillosa.

Apenas acabó Preciosa su romance, cuando del ilustre auditorio y grave senado que la oia, de muchas se formó una voz sola que dijo: «Torna á cantar, Preciosa; que no faltarán cuartos como tierra.» Más de doscientas personas estaban mirando el baile y escuchando el canto de las gitanas, y en la mayor fuga dél acertó á pasar por allí uno de los tinientes de la villa, y viendo tanta gente junta, preguntó qué era, y fuéle respondido que estaban escuchando á la Gitanilla hermosa que cantaba. Llegóse el tiniente, que era curioso, y escuchó un rato, y por no ir contra su gravedad, no escuchó el romance hasta la fin; y habién-