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Quiero ver si la belleza tiene tal prerrogativa, que me encumbre tan arriba, que aspire a mayor alteza.

Si las almas son iguales, podrá la de un labrador igualarse por valor con las que son imperiales.

De la mía lo que siento me sube al grado mayor, porque majestad y amor no tienen un mismo asiento.

91 Aquí dió fin Preciosa a su canto, y Andrés y Clemente se levantaron a recebilla. Pasaron entre los tres discretas razones, y Preciosa descubrió en las suyas su discreción, su honestidad y su agudeza, de tal manera, que en Clemente halló disculpa la intención de Andrés; que aun hasta entonces no la había hallado, juzgando más a mocedad que a cordura su arrojada determinación.

Aquella mañana se levantó el aduar, y se fueron a alojar en un lugar de la jurisdicción de Murcia, tres leguas de la ciudad, donde le sucedió a Andrés una desgracia que le puso en punto de perder la vida; y fué que, después de haber dado en aquel lugar algunos vasos y prendas de plata en fianzas, como tenían de costumbre, Preciosa y su abuela, y Cristina con otras dos gitanillas, y los dos, Clemente y Andrés, se alojaron en un mesón de una viuda rica, la cual tenía una hija