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minado de ir a Ferrara, y pedir al mismo duque la satisfacción de mi ofensa, y si la negare, desafiarle sobre el caso; y esto no ha de ser con escuadrones de gente, pues no los puedo ni formar ni sustentar, sino de persona á persona; para lo cual quería el ayuda de la vuestra, y que me acompañásedes en este camino, confiado en que lo haréis por ser español y caballero, como ya estoy informado; y por no dar cuenta a ningún pariente ni amigo mío, de quien no espero sino consejos y disuasiones, y de vos puedo esperar los que sean buenos y honrosos, aunque rompan por cualquier peligro; vos, señor, me habéis de hacer merced de venir conmigo, que llevando un español a mi lado, y tal como vos me parecéis, haré cuenta que llevo en mi guarda los ejércitos de Jerjes; mucho os pido, pero a más obliga la deuda de responder a lo que la fama de vuestra nación pregona.

—No más, señor Lorenzo—dijo a esta sazón don Juan, que hasta allí, sin interrumpirle palabra, le había estado escuchando, no más, que desde aquí me constituyo por vuestro defensor y consejero, y tomo a mi cargo la satisfacción o venganza de vuestro agravio; y esto no sólo por ser español, sino por ser caballero, y serlo vos tan principal como habéis dicho, y como yo sé, y como todo el mundo sabe; mirad cuándo queréis que sea nuestra partida, y sería mejor que fuese luego, porque el hierro se ha de labrar mientras estuviere encendido, y el ardor de la cólera acre-