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la riqueza es grande alivio de la orfandad. Era el recato de Cornelia tanto, y la solicitud de su hermano tanta en guardarla, que ni ella se dejaba ver ni su hermano consentía que la viesen.

Esta fama trafa deseosos a don Juan y a don Antonio de verla, aunque fuera en la iglesia; pero el trabajo que en ello pusieron fué en balde, y el deseo, por la imposibilidad, cuchillo de la esperanza, fué menguado; y así con sólo el amor de sus estudios y el entretenimiento de algunas honestas mocedades pasaban una vida tan alegre como honrada; pocas veces salían de noche, y si salían iban juntos y bien armados.

Sucedió, pues, que habiendo de salir una noche, dijo don Antonio a don Juan que él se quería quedar a rezar ciertas devociones, que se fuese, que luego le seguiría.

—No hay para qué dijo don Juan, que yo os aguardaré, y si no saliéremos esta noche, importa poco.

—No, por vida vuestra—replicó don Antonio, salid a coger el aire, que yo seré luego con vos, si es que vais por donde solemos ir.

— —; — Haced vuestro gusto dijo don Juan quedaos en buen hora, y si saliéredes, las mismas estaciones andaré esta noche que las pasadas.

Fuese don Juan, y quedóse don Antonio. Era la noche entre escura, y la hora, las once; y habiendo andado dos o tres calles, y viéndose solo, y.que no tenía con quién hablar, determinó volNov. EJEMP.—T. IV