vista renovaron la memoria de los pasados sucesos.
Descubríase desde la parte donde estaban un ancho valle, que los dos pueblos dividía, en el cual vieron, a la sombra de un alivo, un dispuesto caballero, sobre un poderoso caballo, con una blanquísima adarga en el brazo izquierdo, una gruesa y larga lanza terciada en el derecho; y mirándole con atención, vieron que asimismo por entre unos olivares venían otros dos caballeros con las mismas armas y con el mismo donaire y apostura, y de allí a poco vieron que se juntaron todos tres, y habiendo estado un pequeño espacio juntos se apartaron, y uno de los que a lo último habían venido se apartó con el que estaba primero debajo del olivo; los cuales, poniendo las espuelas a los caballos, arremetieron el uno al otro, con muestras de ser mortales enemigos, comenzando a ⚫ tirarse bravos y diestros botes de lanza, ya hurtando los golpes, ya recogiéndolos con tanta destreza que daban bien a entender ser maestros en aquel ejercicio; el tercero los estaba mirando, sin moverse de un lugar; mas no pudiendo don Rafael sufrir estar tan lejos, mirando aquella tan reñida y singular batalla, a todo correr bajó del recuesto, siguiéndole su hermana y su esposa, y en poco espacio se puso junto a los dos combatientes, a tiempo que ya los dos caballeros andaban algo heridos; y habiéndosele caído al uno el sombrero, y con él un casco de acero, al volver el rostro conoció don Rafael ser su padre, y Mar-