' saldría un punto de lo que le había pedido, afirmándoselo con mil juramentos.
Con ese seguro, pues—dijo el primero, yo haré lo que hasta agora no he hecho, que es dar cuenta de mi vida a nadie, y así, escuchad: Habéis de saber, señor, que yo que en esta posada entré, como sin duda os habrán dicho, en traje de varón, soy una desdichada doncella, a lo menos una que lo fué no ha ocho días, y lo dejó de ser por inadvertida y loca, y por creerse de palabras compuestas y afeitadas de fementidos hombres; mi nombre es Teodosia; mi patria, un principal lugar de esta Andalucía, cuyo nombre callo porque no os importa a vos tanto el saberlo como a mí el encubrirle; mis padres son nobles, y más que medianamente ricos, los cuales tuvieron un hijo y una hija, él para descanso y honra suya, y ella para todo lo contrario; a él enviaron a estudiar a Salamanca; a mí me tenían en su casa, adonde me criaban con el recogimiento y recato que su virtud y nobleza pedfan, y yo, sin pesadumbre alguna, siempre les fuí obediente, ajustando mi voluntad a la suya sin discrepar un solo punto, hasta que mi suerte menguada o mi mucha demasía me ofreció a los ojos un hijo de un vecino nuestro, más rico que mis padres y tan noble como ellos; la primera vez que le miré no sentí otra cosa que fuese más de una complacencia de haberle visto; y no fué mucho, porque su gala, gentileza, rostro y costumbres eran de los alabados y estimados del