Página:Novelas ejemplares - Tomo II (1919).pdf/78

Esta página no ha sido corregida
78
 

fué siguiendo hasta la nave, lloviendo sobre ellos infinidad de balas. Los de la galera abierta, así como llegaron a la nave, la desampararon, y con priesa y celeridad procuraban acogerse a la nave.

Lo cual, visto por Ricaredo, y que la galera sana se ocupaba con la rendida, cargó sobre ella con sus dos navíos, y sin dejarla rodear ni valerse de los remos, la puso en estrecho, que los turcos se aprovecharon ansimismo del refugio de acogerse a la nave, no para defenderse en ella, sino por escapar las vidas por entonces. Los cristianos, de quien venían armadas las galeras, arrancando las brancas y rompiendo las cadenas, mezclados con los turcos, también se acogieron a la nave, y como iban subiendo por su costado, con la arcabucería de los navíos los iban tirando como al blanco; a los turcos no más, que a los cristianos mandó Ricaredo que nadie los tirase. Desta manera, casi todos los más turcos fueron muertos, y los que en la nave entraron, por los cristianos que con ellos se mezclaron, aprovechándose de sus mismas armas, fueron hechos pedazos; que la fuerza de los valientes, cuando caen, se pasa a la flaqueza de los que se levantan; y así, con el calor que les daba a los cristianos, pensó que los navíos ingleses eran españoles, hicieron por su libertad maravillas. Finalmente, habiendo muerto casi todos los turcos, algunos españoles se pusieron a bordo del navío, y a grandes voces llamaron a los que pensaban ser españoles, entrasen a gozar el premio del vencimiento. Preguntándoles