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gusta dello, no digo yo hincarme de rodillas; pero un clavo me hincaré por la frente en su servicio.

Riyéronse desto Chiquiznaque y Maniferro, de lo cual se enojó tanto el Repolido, pensando que hacían burla dél, que dijo con muestras de infinita cólera:

—Cualquiera que se riere o se pensare reir de lo que la Cariharta contra mí, o yo contra elia, hemos dicho o dijéremos, digo que miente y mentirá todas las veces que se riere o lo pensare, como ya he dicho.

Miráronse Chiquiznaque y Maniferro de tan mal garbo y talle, que advirtió Monipodio que pararía en un gran mal si no lo remediaba; y así, poniéndose luego en medio dellos, dijo:

—No pase más adelante, caballeros; cesen aquí palabras mayores, y desháganse entre los dientes; y pues las que se han dicho no llegan a la cintura, nadie las tome por sí.

—Bien seguros estamos respondió Chiquiznaque que no se dijeron ni dirán semejantes monitorios por nosotros; que si se hubiera imaginado que se decían, en manos estaba el pandero, que lo supiera bien tañer.

—También tenemos acá pandero, sor Chiquiznaque replicó el Repolido, y también, si fuere menester, sabremos tocar los cascabeles; y ya he dicho que el que se huelga, miente; y quien otra cosa pensare, sígame; que con un palmo de espada menos hará el hombre que sea lo dicho dicho.