como lo son las cosas que honestamente recrean.
Decía que había sido opinión de un amigo suyo que el que servía a una comediantá, en sola una servía a muchas damas juntas, como era a una reina, a una ninfa, a una diosa, a una fregona, a una pastora, y muchas veces cafa la suerte en que serviese en ella a un paje y a un lacayo; que todas estas y más figuras suele hacer una farsanta.
Preguntóle uno que cuál había sido el más dichoso del mundo. Respondió que Nemo; porque Nemo novit patrem; Nemo sine crimine vi vit; Nemo sua sorte contentus; Nemo ascendit in coelum. De los diestros dijo una vez que eran maestros de una ciencia o arte, que cuando la habían menester, no la sabían y que tocaban algo en presumptuosos, pues querían reducir a demostraciones matemáticas, que son infalibles, los movimientos y pensamientos coléricos de sus contrarios. Con los que se teñían las barbas tenía particular enemistad; y riñendo una vez delante dél dos hombres, que el uno era portugués, éste díjo al castellano, asiéndose de las barbas, que tenía muy teñidas:
—Por istas barbas que teño no rostro...
A lo cual acudió Vidriera:
— Olhay, home, naon digáis teño, sino tiño.
Otro traía las barbas jaspeadas y de muchas colores, culpa de la mala tinta; a quien dijo Vidriera que tenía las barbas de muladar overo. A otro, que traía las barbas por mitad blancas y ne-