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El licenciado Vidriera


Paseándose dos caballeros estudiantes por las riberas de Tormes, hallaron en ellas, debajo de un árbol, durmiendo, a un muchacho de hasta edad de once años, vestido como labrador; mandaron a un criado que le despertase; despertó, y preguntáronle de adónde era y qué hacía durmiendo en aquella soledad. A lo cual el muchacho respondió que el nombre de su tierra se le había olvidado, y que iba a la ciudad de Salamanca a buscar un amo a quien servir, por solo que que le diese estudio. Preguntáronle si sabía leer; respondió que sí, y escribir también.

—Desa manera—dijo uno de los caballeros, no es por falta de memoria habérsete olvidado el nombre de tu patria.

—Sea por lo que fuere—respondió el muchacho; que ni el della ni el de mis padres sabrá ninguno hasta que yo pueda honrarlos a ellos y a ella.

—Pues ¿de qué suerte los piensas honrar?preguntó el otro caballero.

—Con mis estudios—respondió el muchacho—, siendo famoso por ellos; porque yo he oído decir que de los hombres se hacen los obispos.

Esta respuesta movió a los dos caballeros a