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que llevó las nuevas de mi muerte. Subieron los de la hostería y halláronme atravesado con cuatro balas, y con muchos perdigones; pero todos por partes, que de ninguna fué mortal la herida.

Pedí confesión, y todos los sacramentos como católico cristiano; diéronmelos, curáronme, y no esItuve para ponerme en camino en dos meses, al cabo de los cuales vine a Génova, donde no hallé otro pasaje, sino en dos falugas que fletamos yo y otros dos principales españoles, la una para que fuese delante descubriendo, y la otra donde nosotros fuésemos; con esta seguridad nos embarcamos, navegando tierra a tierra con intención de no engolfarnos; pero llegando a un paraje que llaman las Tres Marías, que es en la costa de Francia, yendo nuestra primera faluga descubriendo, a deshora salieron de una cala dos galeotas turquescas, y tomándonos la una la mar y la otra la tierra, cuando íbamos a embestir en ella nos cortaron el camino, y nos cautivaron; en entrando en la galeota nos desnudaron hasta dejarnos en carnes; despojaron las falugas de cuanto llevaban, y dejáronlas embestir en tierra sin echallas a fondo, diciendo que aquellas les servirían otra vez de traer otra galima, que con este nombre llaman ellos a los despojos que de los cristianos toman; bien se me podrá creer si digo que sentí en el alma mi cautiverio, y sobre todo, la pérdida de los recaudos de Roma, donde en una caja de lata los trafa, con la cédula de los mil y seiscientos ducados; mas la buena suerte quiso