Página:Novelas ejemplares - Tomo II (1919).pdf/119

Esta página no ha sido corregida
119
 

partida para España. Llegué con Guillarte mi criado a un lugar que se llama Aquapendente, que viniendo de Roma a Florencia es el último que tiene el Papa, y en una hostería o posada donde me apeé, hallé al conde Arnesto, mi mortal enemigo, que con cuatro criados disfrazados, y encubierto, más por ser curioso que por ser católico, entendí que iba Roma; creí sin duda que no me había conocido; encerréme en un aposento con mi criado, y estuve con cuidado y con determinación de mudarme a otra posada en cerrando la noche; no lo hice ansí, porque el descuido grande que noté que tenían el conde y sus criados, me aseguró que no me habían conocido; cené en mi aposento, cerré la puerta, apercebí mi espada, encomendéme a Dios y no quise acostarme; durmióse mi criado, y yo sobre una silla me quedé medio dormido; mas poco después de la media noche me despertaron para hacerme dormir el eterno sueño cuatro pistoletes que, como después supe, dispararon contra mí el conde y sus criados, y dejándome por muerto, teniendo ya a punto los caballos se fueron, diciendo al huésped de la posada que me enterrase, porque era hombre principal, y con esto se fueron.

—Mi criado según dijo después el huéspeddespertó al ruido, y con el miedo se arrojó por una ventana que caía a un patio, y diciendo: "¡Desventurado de mí, que han muerto a mi señor!" Se salió del mesón; y debió de ser con tal miedo, que no debió de parar hasta Londres, pues él fué el