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ZADIG,

Probóse Zadig á corregirle, y le envió de parte del rey un maestro de música, con doce cantores y veinte y quatro violines, un mayordomo con seis cocineros y quatro gentiles-hombres, que no le dexaban nunca. Decia la órden del rey que se siguiese puntualísimamente el siguiente ceremonial, como aquí se pone.

El dia primero, así que se despertó el voluptuoso Irax, entró el maestro de música acompañado de los cantores y violines, y cantáron una cantata que duró dos horas, y de tres en tres minutos era el estribillo:

¡Quanto merecimiento!
¡Qué gracia, qué nobleza!
¡Que ufano, que contento
Debe estar de sí propio su grandeza!

Concluida la cantata, le recitó un gentil-hombre una arenga que duró tres quartos de hora, pintándole como un dechado perfecto de quantas prendas le faltaban; y acabada, le lleváron á la mesa al toque de los instrumentos. Duró tres horas la comida; y así que abria la boca para decir algo, exclamaba el gentil-hombre: Su Excelencia tendra razon. Apénas decia quatro palabras; interrumpia el segundo gentil-hombre, diciendo: Su Excelencia tiene razon. Los otros dos seltaban la carcajada en aplauso de los chistes que habia dicho ó debido decir Irax. Servidos que fuéron los postres, se repitió la cantata.

Parecióle delicioso el primer dia, y quedó