Página:Novelas de Voltaire 1.djvu/319

Esta página ha sido corregida
319
Ó EL OPTIMISMO.

otros somos, respondian á la par. ¿Con que este es aquel insigne filósofo? decia Martin. Ha, señor arraez levantisco, ¿quanto quiere por el rescate del señor baron de Tunder-ten-tronck, uno de los primeros barones del imperio, y del señor Panglós, el metafísico mas profundo de Alemania?

Perro cristiano, respondió el arraez, una vez que esos dos perros de galeotes cristianos son barones y metafísicos, lo qual es sin duda un, cargo muy alto en su pais, me has de dar por ellos cincuenta mil zequíes.—Yo se los daré, señor; lléveme de un vuelo á Constantinopla, y al punto será satisfecho; pero no, lléveme á casa de Cunegunda. El arráez, así que oyó la oferta de Candido, puso la proa á la ciudad, y hacia que remaran con mas ligereza que un páxaro sesga el ayre.

Dió Candido cien abrazos á Panglós y al baron.—¿Pues cómo no he muerto á vm., mi amado baron? ¿y vm., mi amado Panglós, cómo está vivo habiéndole ahorcado? ¿y porqué están ámbos en galeras en Turquía? ¿Es cierto que esté mi querida hermana en esta tierra? dixo el barón. Sí, Señor, respondió Cacambo. Al fin vuelvo á ver á mi caro Candido, exclamaba Panglós. Candido les presentaba á Martin y á Cacambo: todos se abrazaban, todos hablaban á la par; bogaba la galera, y estaban ya dentro del puerto. Llamáron á un. Judío á quien vendió Candido por cincuenta mil zequíes un diamante que valia cien mil, y