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ZADIG,

si no hay tal animal? Fuerza es que le haya, decian otros, quando no quiere Zoroastro que le comamos. Zadig, por ponerlos conformes, les dixo: Pues no comamos grifo, si grifos hay; y si no los hay, ménos los comerémos, y así obedecerémos á Zoroastro.

Habia un sabio escritor que habia compuesto una obra en trece tomos en folio acerca de las propiedades de los grifos, gran teurgista, que á toda priesa se fué á presentar ante el archimago Drastanés, el mas necio, y á conseqüencia el mas fanático de los Caldeos de aquellos remotos tiempos. En honra y gloria del Sol, habria este mandado empalar á Zadig, y rezado luego el breviario de Zoroastro con mas devota compuncion. Su amigo Cador (que un amigo vale mas que un ciento de clérigos) fué á ver al viejo Drastanés, y le dixo así: Gloria al Sol y á los grifos; nadie toque al pelo á Zadig, que es un santo, y mantiene grifos en su corral, sin comérselos: su acusador sí, que es herege. ¿Pues no ha sustentado que no son ni solípedos ni inmundos los conejos? Bien, bien, dixo Drastanés, meneando la temblona cabeza: á Zadig se le ha de empalar, porque tiene ideas erróneas sobre los glifos; y al otro, porque ha hablado sin miramiento de los conejos. Apaciguólo Cador todo por medio de una moza de retrete de palacio, á quien habia hecho un chiquillo, la qual tenia mucho influxo con el colegio de los magos, y no empaláron á nadie; cosa que la murmu-