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MICROMEGAS,

mucho. Respeto el eterno poder, y sé que no me compete limitarle; no afirmo nada, y me ciño á creer que hay muchas mas cosas posibles de lo que se piensa.

Sonrióse el animal de Sirio, y le pareció que no era este el ménos cuerdo; y si no hubiera sido por la mucha desproporcion, hubiera dado un abrazo el enano de Saturno al sectario de Locke. Por desgracia se encontraba en la banda, un animalucho con un bonete en la cabeza, que cortando el hilo á todos los filósofos dixo que él sabia el secreto, que se hallaba en la Suma de Santo Tomas; y mirando de piés á cabeza á los dos moradores celestes, les sustentó que sus personas, sus mundos, sus soles y sus estrellas, todo habia sido criado para el hombre. Al oir tal sandez, nuestros dos caminantes hubiéron de caerse uno sobre otro, pereciéndose de aquella inextinguible risa que, segun Homero, cupo en suerte á los Dioses; iba y venia su barriga y sus espaldas, y en estas idas y venidas se cayó el navío de la uña del Sirio en el bolsillo de los calzones del Saturnino. Buscáronle ámbos mucho tiempo; al cabo topáron la tripulacion, y la metiéron en el navío lo mejor que pudiéron. Cogió el Sirio á los aradorcillos, y les habló con mucha afabilidad, puesto que estaba algo mohino de ver que unos infinitamente pequeños tuvieran una vanidad casi infinitamente grande. Prometióles que compondria un libro de filosofía escrito de letra