noció que podia muy bien un ser que piensa no tener nada de ridículo, puesto que no pasara de seis mil piés su estatura. Acostumbróse á los Saturninos, despues de haberlos pasmado, y se hizo íntimo amigo del secretario de la academia de Saturno, hombre de mucho talento, que á la verdad nada habia inventado, pero que daba muy lindamente cuenta de las invenciones de los demas, y que hacia regularmente coplas chicas y cálculos grandes. Pondré aquí, para satisfaccion de mis lectores, una conversacion muy extraña que con el señor secretario tuvo un dia Micromegas.
el de Saturno.
Acostóse Su Excelencia, acercóse á su rostro el secretario, y dixo Micromegas: Confesemos que es muy varia la naturaleza. Verdad es, dixo el Saturnino; es la naturaleza como un jardin, cuyas flores…. Ha, dixo el otro, dexaos de jardinerías. Pues es, siguió el secretario, como una reunion de rubias y pelinegras, cuyos atavíos….. ¿Qué me importan vuestras pelinegras? interrumpió el otro. O bien como una galería de quadros, cuyas imágenes…… No, Señor, no, replicó el caminante, la naturaleza es como la naturaleza. ¿A qué diablos andais