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MICROMEGAS,

cometa, andaban de globo en globo él y sus sirvientes, lo mismo que revolotea un paxarillo de rama en rama. En poco tiempo hubo corrido la vía láctea; y siento tener que confesar que nunca pudo columbrar, por entre las estrellas de que está sembrada, aquel hermosísimo cielo empíreo, que con su anteojo de larga vista descubrió el ilustre Derham, teniente cura[1]. No digo yo por eso que no le haya visto muy bien el Señor Derham; Dios me libre de cometer tamaño yerro; mas al cabo Micromegas se hallaba en el país, y era buen observador: yo no quiero contradecir á nadie.

Despues de muchos viages llegó un dia Micromegas al globo de Saturno; y si bien estaba acostumbrado á ver cosas nuevas, todavía le paró confuso la pequeñez de aquel planeta y de sus moradores, y no pudo ménos de soltar aquella sonrisa de superioridad que los mas cuerdos no pueden contener á veces. Verdad es que no es Saturno mas grande que novecientas veces la tierra, y los habitadores del pais son enanos de unas dos mil varas, con corta diferencia, de estatura. Rióse al principio de ellos con sus criados, como hace un músico italiano de la música de Lulli, quando viene á Francia; mas era el Sirio hombre de razon, y presto reco-


  1. Sabio Inglés, autor de la Teología astronómica, y otras obras, en que se esfuerza á probar la exîstencia de Dios por la contemplacion de las maravillas de la naturaleza.