acreditarlo, pido licencia para presentarme á acertar los enigmas. Votáron; y estaba tan grabada aun en todos los ánimos la reputacion de su probidad, que unánimemente fué admitido.
La primera qüestion que propuso el sumo mago fué: ¿qual es la mas larga y mas corta de todas las cosas del mundo, la mas breve y mas lenta, la mas divisible y mas extensa, la que mas se desperdicia y mas se llora haber perdido, sin la que nada se puede hacer, que se traga todo lo mezquino, y da vida á todo lo grande? Tocaba á Itobad responder, y dixo que él no entendia de adivinanzas, y que le bastaba haber sido vencedor lanza en ristre. Unos dixéron que era la fortuna, otros que la tierra, y otros que la luz. Zadig dixo que era el tiempo. No hay cosa mas larga, añadió, pues mide la eternidad; ni mas corta, pues falta para todos nuestros planes: ni mas lenta para el que espera, ni mas veloz para el que disfruta; se extiende á lo infinitamente grande, y se divide hasta lo infinitamente pequeño; ninguno hace aprecio de él, y todos lloran su pérdida; sin él nada se hace; sepulta en el olvido quanto es indigno de la posteridad, y hace inmortales las glandes acciones. La asamblea confesó que tenia razon Zadig.
Preguntáron luego: ¿Qué es lo que recibimos sin agradecerlo, disfrutamos sin saber cómo, damos á otros sin saber donde estamos, y perdemos sin echarlo de ver? Cada uno dixo su