ban María Clara y su tía Isabel, multitud de cajas de comestibles de Europa, espejos colosales, cuadros y el piano de la joven.
Capitán Tiago se presentó la víspera de la fiesta: al besarle su hija la mano le regaló un hermoso relicario de oro con brillantes y esmeraldas, conteniendo una astilla de la barca de San Pedro, donde se había sentado Nuestro Señor durante la pesca.
La entrevista con el futuro yerno no pudo ser más cordial; se habló naturalmente de la escuela, y Capitán Tiago propuso que se llamase escuela de San Francisco.
—Créame usted-decía;-San Francisco es un buen patrón. Si usted la llama escuela de Instrucción primaria no gana usted nada. ¿Quién es Instrucción primaria? Llegaron algunas amigas de María Clara y la invitaron á salir á paseo.
—Vuelve pronto-dijo Capitán Tiago á su hija; -ya sabes que esta noche cena con nosotros el padre Dámaso, que acaba de llegar.
Y volviéndose á Ibarra que se había puesto pensativo, añadió: -Cene usted también con nosotros; en su casa estará usted solo.
—Con muchísimo gusto, pero debo estar en casa por si van visitas-contestó balbuceando el joven, esquivando la mirada de María Clara.
—Traiga usted á sus amigos-replicó Capitán Tiago;-en mi casa siempre hay comida abundante... Quisiera, además, que usted y el padre Dámaso se entendiesen.
—Ya habrá tiempo para eso!-contestó Ibarra sonriendo con sonrisa forzada, y se dispuso á acompañar á las jóvenes.
Bajaron las escaleras.