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NOLI ME TÁNGERE

tras algunas aves blancas que los tagalos llaman kalanay volaban en distintas direcciones, rozando con sus alas la superficie del lago y llenando el aire de estridentes graznidos.

María Clara siguió con la vista á las garzas que, al aproximarse las bancas, emprendieron el vuelo hasta el vecino monte.

—¿Anidan esas aves en el monte?-preguntó al piloto, más que por saberlo por hacerle hablar.

—Probablemente, señora-contestó;-pero nadie hasta ahora ha visto sus nidos.

No tienen nidos? Supongo que deben tenerlos, pues si no serían muy desgraciadas.

María Clara no notó el acento de tristeza con que pronunció el piloto estas palabras.

Entretanto habían llegado al baklad y los barqueros ataron las embarcaciones á una caña.

Andeng, la hermana de leche de María Clara, que tenía fama de buena cocinera, se puso á preparar agua de arroz, tomates y camias para la comida. Las otras jóvenes limpiaban los cogollos de calabaza, los guisantea y cortaban los paayap en cortos pedazos, largos como cigarrillos.

Para distraer la impaciencia de los que deseaban ver los peces salir de su cárcel vivitos y coleando, la hermosa Iday cogió el arpa y comenzó á arrancar de sus cuerdas alegres sonidos.

—Canta, Victoria, la Canción del Matrimonio!- pidieron las madres.

Los hombres protestaron, y Victoria, que tenía muy buena voz, se quejó de ronquera. La Canción del Matrimonio es una hermosa elegía tagala en que se pintan todas las miserias y tristezas de este estado, sin mentar ninguna de sus alegrías.

Entonces pidieron que cantase María Clara.