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NOLI ME TÁNGERE

-Eres como la tumba que cavas!-le apostrotó el viejo ner viosamente.-¡Como la tumba! ¡Como la tumba! Y se volvió, dirigiéndose á la puerta.

El sepulturero, entretanto, había conclufdo con su tarea. Dos montículos de tierra fresca y rojiza se levantaban á los bordes de la fosa. Sacó de su salakot buyo y se puso á mascarlo, mirando con aire estúpido cuanto pasaba en su alrededor.

XII

Presagios de tempestad

En el momento en que el viejo salía, parábase á la entrada del sendero un coche que parecía haber hecho un largo viaje: estaba oubierto de polvo y los caballoS sudaban.

Ibarra descendió seguido de un viejo criado.

Despachó el coche con un gesto y se dirigió al cementerio.

—¡Mi enfermedad y mis ocupaciones no me han permitido vol ver!-decía el anciano tímidamente.

—Capitán Tiago dijo que se cuidaría de levantar un nicho. Yo planté flores y una cruz labrada por mf.

Ibarra caminaba grave y silencioso.