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NOLI ME TÁNGERE

zamarra del pastor, que vestí en mis primeros años!...

Los ojos del fraile enfermo brillaron de extraño modo. Sin duda veían en aquel momento los verdes maizales, ondulantes como un mar inmenso, las casuchas construídas con adobes y la negruzca y cuadrada torre donde anidaban las cigüeñas del pobre pueblo de Castilla donde había visto la primera luz...

Y qué ha decidido vuestra reverencia?-preguntó fray Sibyla profundamente conmovido.

—Morir! Acaso me queda otro remedio? ¡No puedes figurarte lo que sufro! Y tú, ¿cómo estás? ¿Qué te trae por aquí tan de mañana?

—Venía á hablarle del encargo que me hizo.

—Y iqué sabes de nuevo?

—Psh!-contestó con disgusto el joven dominico.-Nos han contado una fábula. Ibarra es un chico prudente y muy instruído.

—De veras?

—Al menos en el poco tiempo que le he oído no ha demostrado otra cosa. Cierto que habia de progreso y libertad, pero lo mismo les sucede á todos los jóvenes que vienen de Europa. Dentro de unos cuantos meses volverá á mascar buyo y á comer morisqueta. Anoche comenzaron las hostilidades.

—Ya? ¿Y cómo fué? Fray Sibyla refirió brevemente lo que pasó entre el padre Dámaso y Crisóstomo Ibarra.

— Además-concluyó diciendo,-el joven se casa con la hija de Capitán Tiago, educada en el con vento de nuestras hermanas; es rico, y no querrá hacerse enemigos para perder felicidad y fortuna.

El enfermo movió la cabeza en señal de asentimiento.