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JOSÉ RIZAL

VIII

Política frailuna

Fray Sibyla, después de decir misa muy temprano, se fué al con vento de su orden, situado á la entrada de la puerta de Isabel II. Después de atravesar algunos corredores llamó á una celda con los nudillos de los dedos.

—¡Adelante!-suspiró una voz.

—¡Dios devuelva la salud á vuestra reverencia!

—dijo el dominico al entrar.

Sentado en un gran sillón se veía un fraile demacrado y amarillento, como los santos pintados por Ribera.

El padre Sibyla lo contempló conmovido breves instantes.

—Ah!-suspiró el enfermo. -Me aconsejan la operación, hermano, la operación á mi edad! ¡Este país es terrible! ¡Aquí venimos á perderlo todo: la salud del cuerpo, y lo que es peor todavía, también la del alma! ¡Este sol nos aniquila y enloquece! ¡Ah! ¡Quién pudiera volver á España, al país natal, á la humilde choza donde vivimos los años felices de la infancia, al lado del rebaño de ovejas y de los mansos bueyes!... ¡Quién pudiera trocar el hábito que produce miedo y respeto por la humilde