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NOLI ME TÁNGERE

nocimientos y adquirir la ilustración conveniente para ser útil á tu país. Los europeos vienen aquí en busca de oro; id vosotros á Europa á buscar el oro de la ciencia... ¡Aprovecha el tiempo!...

¡Tampoco existía ya aquel anciano bondadoso! El coche seguía rodando. Ya estaba lejos de Manila. Ahora sólo encontraba á su paso carromatos tirados por uno ó dos caballos enflaquecidos, cuyos arneses de abaká denotaban su origen provinciano. A veces un carretón, tirado por un carabao[1] de paso lento y perezoso, cruzaba las anchas y polvorosas calzadas, bañadas por el abrasador sol de los trópicos. Al melancólico y monótono canto del guía, montado sobre el búfalo, acompañaba el estridente rechinar de las secas ruedas del pesado vehículo. En los campos apacentaba el ganado mezclado con las blancas garzas, tranquilamente posadas sobre el lomo del buey que rumiaba con los ojazos entornados la hierba de la pradera. A lo lejos saltaban y corrían las jóvenes yeguas, perseguidas por un fogoso potro de larga cola y abundantes crines. Y se oian por todas partes relinchos de ardiente deseo, mugidos melancólicos, gritos extraños de hermosos pájaros de pintado plumaje y zumbar de insectos luminosos.

Dejemos al joven viajar sumido en las profundas weditaciones que le sugiere la contemplación del lujurioso y espléndido paisaje de su país y volvamos á Manila, mientras el coche rueda tambaleándose pOF el accidentado terreno, cruza un puente de caña, sube elevada cuesta ó baja rapida pendiente.


  1. Búfalo.