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JOSÉ RIZAL

—Jesús! Ustedes han visto?-exclamaron ellas á coro.

—La escuela era un pretexto; lo que querían era levantar un fuerte para poderse defender bien cuando fuésemos á atacarlos...

—¡Jesús! ¡qué infamia! Sólo un indio es capaz de tener tan cobardes pensamientos-exclamaba la gorda.-Si fuera yo la que mandase, verían... ya verían...

—¡Lo mismo digo!-exclamaba la flaca dirigiéndose al manco.-Prendía á todos los abogadillos y cleriguillos indios, y sin formación de causa los mandaba desterrados á las Carolinas. EI mal arrancado de raiz!

—Pues se dice que el filibusterillo ese es descendiente de españoles!-obser vó el manco sin mirar á nadie.

—Ya!-exclamóimpertérrita la gorda.-¡Tenían que ser los criollos! ¡ningún indio entiende de revolución! Cría cuer vos... cría cuervos!...

—Saben ustedes lo que he oído decir?-preguntó una criolla para llevar la conversación á otro terreno.-La mujer de Capitán Tinong... ¿se acuerdan ustedes? Aquel en cuya casa bailamos y cenamos en la fiesta de Tondo...

—¿Aquel que tiene dos hijas?... y qué?

—¡Pues la mujer acaba de regalar esta tarde al capitán general un anillo de mil pesos de valor! El manco se volvió rápidamente.

—De veras? ¿y por qué?-preguntó con ojos brillantes de codicia.

—La mujer lo presentó como regalo de Pascua...

—Pero si toda vía falta un mes para la Pascua...

—Temerá que le caiga el chaparrón encimaobser vó la gorda.

—Y se pone á cubierto-añadió la flaca.