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NOLI ME TÁNGERE

quien había defendido Capitán Tiago ayudado por la guardia civil. Habían resultado treinta muertos, y Capitán Tiago, que estaba también herido, se marchaba precipitadamente á Manila con su familia.

A las siete y media la versión era ya clara y detallada.

—Acabo de estar en el tribunal, donde he visto preso á don Crisóstomo-decía un hombre en medio de un corro de gente.-He hablado con uno de los cuadrilleros que están de guardia y me ha enterado de todo. Como, según parece, Capitán Tiago trata ahora de casar á Bu hija con un joven español, don Crisóstomo, ofendido, quiso vengarse matando á todos los españoles, incluso al cura, y anoche, al frente de unos cuantos bandoleros, atacó el cuartel y el convento. Ellos fueron los que hicieron los disparos que nos llenaron. de espanto. Gracias á la misericordia de Dios, el cura no estaba en el convento y á esto debe su salvación. Los guardias civiles quemaron la casa de don Crisóstomo, y por poco le queman á él también.

—¿Le quemaron la casa?¡Qué lástima! ¡Tan grande! Tan hermosa!...

¡Ved cómo toda vía se ve desde aquí el humo!

—dijo el narrador.

Todos se volvieron hacia el sitio que ocupaba la casa de Ibarra. Una ligera columna de humo subía aún lentamente al cielo. Todos hacían comentarios más ó menos piadosos, más ó menos acusadores.

—Pobre joven!-exclamó un viejo, marido de la Puté.

—No digas eso! Toda vía no ha mandado decir una misa por su padre, que sin duda la necesitará más que los otros.

—Pero, mujer, ¿no tienes compasión?

—¿Compasión de los excomulgados? Es un peca-