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NOLI ME TÁNGERE

Pretenden apoderarse del cuartel por sorpresa, saquear el con vento, apresar la falúa y asesinarnos á todos los españoles.

El alférez estaba aturdido.

—La mujer no me ha dicho más que esto-añadió el cura.

—No ha dicho más? ¡Pues la prendo!

—No lo puedo consentir; el tribunal de la penitencia es el trono del Dios de las misericordias.

—¡No hay Dios ni misericordias que valgan! ¡La prendo!

—Está usted divagando. Lo que usted debe hacer es prepararse; arme usted silenciosamente á los soldados y póngalos en emboscada; mándeme cuatro guardias para el convento y advierta á los de la falúa.

—¡La falúa no está! ¡Lo que haré es pedir auxilio á las otras secciones!

—No, porque entonces lo notarán y no se atreverán á dar el golpe, Lo que importa es cogerlos vivos y hacerlos cantar; digo, usted les hará cantar; yo, en calidad de sacerdote, no debo mezclarme en estos asuntos. ¡Atención! Aquí puede usted ganarse cruces y estrellas; sólo pido que haga constar que soy yo quien le ha prevenido.

—Constará, padre, constará, y acaso le caiga una mitra!-contestó el alférez radiante, mirándose las mangas de su uniforme.

—Conque mándeme usted custro guardias disfrazados, ¿eh? ¡Mucha discreción! ¡Esta noche á las ocho llueven estrellas y cruces!...