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NOLI ME TÁNGERE

presión alterada de su semblante se le cayó la pluma que tenía en la mano. Le dió un vuelco el corazón. Comprendió que le amagaba una nueva desgracia y esperaba anhelante que se explicase su fiel amigo.

—Quemad cuanto os pueda comprometer y poneos á salvo!

—¿Y por qué?

—Quemad todo papel escrito por vos ó para vos: el más inocente puede comprometeros.

—Pero ¿por qué? Explícate, Elfas!

—Porque acabo de descubrir una conspiración que se os atribuye para perderos.

—¿Una conspiración? Y quién la trama?

—Me ha sido imposible averiguar el autor de ella, aunque no es difícil adivinarlo. ¡Quizá el padre Dámaso! Los frailes nunca perdonan, y menos ese, que es el más soberbio y cruel de todos. Hace un momento que acabo de hablar con uno de los desgraciados pagados para ello y á quien no he podido disuadir.

Y no te ha dicho quién le paga?

—¡Cree que sois vos!

—Dios mío, cuánta maldad!-exclamó Ibarra, y se quedó aterrado.

—¡Señor, no dudéis: no perdamos tiempo, que la conjuración acaso estalle esta noche mismo! Ibarra, con los ojos desmesuradamente abiertos y las manos en la cabeza, parecía no oirle.

—El golpe no se puede impedir-continuó Elías; -es demasiado tarde, desconozco á sus jefes...

¡Salvaos, señor! ¡Os va en ello el honor y la vida!

—Y adónde he de huir?

—A otro pueblo cualquiera, á Manila, á casa de alguna autoridad, á cualquier parte, para que no se diga que dirigíais el movimiento.