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NOLI ME TÁNGERE

XXVI

Planes siniestros

Ibarra había pasado en Manila algunos días.

Gracias al afecto del general, no le fué difícil ser recibido por el arzobispo, que se dignó escuchar sus explicaciones, y después de darle buenos consejos, le levantó la excomunión que sobre él había lanzado el padre Dámaso.

El joven oreía conjurado para siempre todo peligro, y se apresuró á volver cuanto antes al pueblo de San Diego, con objeto de adelantar su boda con la hija de Capitán Tiago.

Una vez realizada la ilusión de toda su vida, emprendería un largo viaje en compañía de su esposa. De este modo conseguiría que se amortiguasen antiguos resentimientos y no volvería á ver más á su irreconciliable enemigo el padre Dámaso.

Cuando llegó al pueblo, el pobre joven experimentó una decepción horrible. María Clara había cambiado por completo. Mostrábase triste y reservada y se negaba á tener una explicación con él.

Durante su ausencia había estado muy enferma, y tanto el padre Salví como el padre Dámaso no habían cesado de aconsejarla. Sobre todo, este último pareció haberla convencido, después de una