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NOLI ME TÁNGERE

tra ala: los golpes se han parado con maestría y sólo han caido algunas plumas. Vuelven á medirse de nuevo; de repente, el blanco vuela, se eleva agitando la mortífera na vaja, paro el rojo ha doblado las patas, ha bajado la cabeza y el blanco sólo ha azotado el aire; mas al tocar el suelo, evitando ser herido de espaldas, vuélvese con rapidez y hace frente. Atácale entonces el rojo con furia, pero él se defiende con serenidad; no en vano el público lo ha declarado su favorito y ha apostado por él. Todos siguen trémulos y ansiosos las peripecias del combate, soltando alguno que otro in voluntario grito. El suelo se va cubriendo de plumas rojas y blancas, teñidas de sangre. Los golpes menudean, pero la victoria sigue indecisa. Por fin, tentando un supremo esfuerzo, el blanco se lanza para dar el último golpe y ala del rojo; pero á su vez ha sido herido en el pecho, y ambos, desangrados, extenuados, jadeantes, permanecen inmóviles hesta que el blanco cae, arroja sangre por el pico y agoniza, agitando las patas de un modo lúgubre; el rojo se mantiene á su lado y cierra lentamente los ojos...

Entonces el sentenciador, de acuerdo con lo que prescribe el reglamento, deciara vencedor al rojo.

Una salvaje gritería saluda la sentencia. El que oye el estrépito de lejos comprende que el que ha ganado es el dejado; de lo contrario el júbilo no sería tan ruidoso y duraría menos.

—¿Ves?-dijo Bruno con despecho á su hermano,-Bi me hubieses creído, ahora tendríamos cien pesos. ¡Por ti estamos sin un cuarto! Társilo no contestó, pero miró á su alrededor como buscando á alguien.

Allí está hablando con Pedro-añadió Bruno, -y le da dineroa ve su navaja en el