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NOLI ME TÁNGERE

usted mismo... ¡Ah! ahora me acuerdo-exclamó cambiando de tono;-tiene usted relaciones con una adorable joven y le estoy deteniendo aquí.

Vaya usted, vaya usted al lado de ella y para mayor libertad en víeme al padre-añadió sonriendo.

—No se olvide usted, sin embargo, de que quiero que me acompañe á paseo.

Ibarra saludó y se alejó.

S. E. llamó á su ayudante.

—Estoy contento-dijo;-hoy he visto por primera vez cómo se puede ser buen español sin dejar de ser buen filipino y amar á su país; hoy les he demostrado á las reverencias que no todos somos juguetes suyos: este joven me ha proporcionado la ocasión, y pronto habré saldado todas mis cuentas con el fraile. Lástima que ese joven un día ú otro... pero llame usted Este se presentó inmediatamente.

—Señor alcalde-le dijo al entrar;-para evitar que se repitan escenas como las que usía ha presenciado hoy, escenas que deploro porque desprestigian al gobierno y á los españoles todos, me permito recomendarle eficazmente al señor Ibarra, para que no sólo le facilite los medios de llevará cabo sus patrióticos fines, sino también evite que en adelante le molesten persones de cualquier clase que fueren y bajo cualquier pretexto.

El alcalde comprendió la reprimenda y se inclinó para ocultar su turbación, -Haga V. S. decir lo mismo al alférez que aquí manda la secoión y averigüe si es verdad que este señor tiene ocurrencias que no dicen lo8 reglamentos: he oído sobre esto más de una queja.

Capitán Tiago se presentó tieso y de rigurosa etiqueta.

—Don Santiago-le dijo S. E. en tono afectuOso, alcalde.