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JOSÉ RIZAL

XXI

El banquete

Ibarra había ido á casa á cambiarse de ropa, Estaba concluyendo de arreglarse, cuando un criado le anunció que un campesino preguntaba por él.

Suponiendo fuese uno de sus trabajadores, ordenó le introdujesen en su despacho.

Pero con gran extrañeza, se encontró con la misteriosa figura de Elías.

—Me habéis salvado la vida-dijo éste en tagalo;-os he pagado mi deuda á medias y no tenéis nada que agradecerme, antes al contrario. He venido para pediros un fa vor...

—Habla!-contestó el joven en el mismo idioma, sorprendido de la gravedad de aquel campesino.

Elías fijó algunos segundos su mirada en los ojos de Ibarra y repuso: -Cuando la justicia quiera aclarar este misterio, os suplico no habléis á nadie de la advertencia que os hice en la iglesia.

— Descuida-contestó el joven;-sé que te persiguen, pero yo no soy ningún delator.

—10 ino es por mí, no es por mí!-exclamó