Página:Noli me tángere (José Rizal).pdf/103

Esta página no ha sido corregida
101
NOLI ME TÁNGERE

Victoria.-Un día le dieron dinero, pero con una caña lo alejó de sí. ¿Para qué lo quería si nadie acepta nada que venga de él? ¡Si el relicario pudiera comerse! María Clara miró con en vidia á las mujeres que vendían comestibles, y se encogió de hombros.

Pero el leproso se acercó á la cesta, cogió la alhaja que brilló entre sus manos, se arrodilló, la besó y después, descubriéndose hundió la frente en el polvo que la joven había pisado.

María Clara ocultó el rostro detrás de su abanico y se llevó el pañuelo á los ojos.

Entretanto se había acercado una mujer al desgraciado, que parecía orar. Traía la larga cabellera suelta y desgreñada, y á la luz de los faroles se vieron las facciones extremadamente demacradas de la loca Sisa.

Al sentir su contacto, el lazarino lanzó un grito y se levantó de un salto. Pero la loca se agarró á su brazo, con gran horror de la gente, y decía: -Recemos, recemos! Hoy es el día de los muertos! ¡Recemos por mis hijos! Separadla, que se va á contagiar la loca! Pero nadie se atrevía á acercarse.

—Ves aquella luz en la torre? ¡Aquella es mi hijo Basilio que baja por una cuerda! ¿Ves aquella allá en el con vento? Aquella es mi hijo Crispín; pero yo no voy á verlos porque el cura está enfermo y tiene muchas onzas y las onzas se pierden.

¡Recemos, recemos por el alma del cura! Yo le levaba amargoso y zarzalidas; mi jardín estaba lleno de flores y tenía dos hijos.

Y soltando al leproso se alejó cantando: Yo tenía jardín y flores; yo tenia hijos, jardín y flores!