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tampoco tenía nada que se pareciese á él . El pasaje tan citado de Virgilio de Alice panduntur inanes [1], que diera ocasión a San Gregorio el Grande para hablar de almas ahogadas, y á Dante para otro relato en su « Divina Comedia », no puede ser el origen de esta creencia. Ni los bramines, ni los budhistas , ni los egipcios, que dieron á Grecia у Roma su Caronte y su Averno, tenían nada que se pareciese á esta idea. No hablo ya de las religiones de los pueblos del Norte de Europa: estas religiones de guerreros, bardos у cazadores, pero no de filósofos, si bien conservan aún sus creencias y hasta ritos cristianizados, no han podido acompañar á sus hordas en los saqueos de Roma ni sentarse en el Capitolio : religiones de las brumas, se disipaban al sol del mediodía.—Pues bien , los cristianos de los primeros siglos no creían en el Purgatorio: morían con esa alegre confianza de ver en breve cara a cara á Dios. Los primeros padres de la Iglesia que al parecer lo mencionaron , fueron San Clemente de Alejandria, Origenes y san Irineo , quizás influidos por la religión zarathustriana, que entonces florecia aún y estaba muy extendida por todo el Oriente, pues nosotros leemos á cada paso reproches al orientalismo de Orígenes. San Irineo probaba su existencia por el hecho de haber permanecido Jesucristo «tres días en las profundidades de la tierra» , tres días de Purgatorio, y sacaba de esto que cada alma debía permanecer en él hasta la resurrección de la carne, por más que en esto el Hodie mecum eris in Paradiso [2] parece contradecirle. San Agustín habla también del Purgatorio, pero, si no afirma su existencia , no la cree sin embargo imposible, suponiendo que podrían continuarse en la otra vida los castigos que en este recibimos por nuestros pecados. —¡Diantre con San Agustín!—exclamó don Filipo;—¡no estaba satisfecho con lo que aquí sufrimos y quería la continuación! -Pues así andaba la cosa: unos creían y otros no. Sin


  1. Los demás están suspendidos en el vacío.
  2. Hoy estarás conmigo en el Paraíso . (No creemos ofender la ilustración de los lectores, al poner en castellano estas conocidas frases. Nuestro propósito es dar la explicación completa del texto, y hacerle inteligible para todos. Ademas, en la edición alemana el propio autor explica por medio de notas algunas de las citas latinas que puso en boca de sus personajes).