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de palasán [1] con puño de marfil. Era la primera vez que Ibarra y él se veían.

Al encontrarse, detůvose el joven un momento y le miró de hito en hito; fray Salvi esquivó la mirada y se hizo el distraído!

Sólo un segundo duró la vacilación: Ibarra se dirigió á él rápidamente, le paró dejando caer con fuerza la mano sobre el hombro, y en voz apenas inteligible:

—¿Qué has hecho de mi padre?—preguntó.

Fray Salví , pálido y tembloroso al leer los sentimientos que se pintaban en el rostro del joven, no pudo contestar: sentíase paralizado.

—¿Qué has hecho de mi padre?—le volvió a preguntar con voz ahogada.

El sacerdote, doblegado poco a poco por la mano que le oprimía, hizo un esfuerzo y contestó:

—¡Está equivocado ; yo no le he hecho nada á su padre!

—¿Qué no?—continuó el joven oprimiéndole hasta hacerle caer de rodillas.

—¡No, se lo aseguro! fué mi predecesor, fué el padre Dámaso...

—¡Ah!—exclamó el joven soltándole y dándose una palmada en la frente. Y abandonando al pobre fray Salvi se dirigió precipitadamente hacia su casa.

El criado llegaba entretanto y ayudaba al fraile á levantarse,


XIV

TASIO EL LOCO Ó EL FILÓSOFO

El extraño viejo vagaba distraido por las calles.

Era un antiguo estudiante de filosofía, que dejó la carrera por obedecer á su anciana madre, y no fué ni por falta de medios ni de capacidad: fué precisamente porque su madre era rica, y se decía que él tenia talento. La buena mujer temía que su hijo llegase á ser un sabio y se olvidase de Dios, por lo que le dio á escoger entre ser sacerdote o dejar el colegio de San José. El, que estaba enamorado, optó por lo último, y se casó. Viudo y huérfano en


  1. Calamus maximus, notable por su dureza